martes, 27 de abril de 2010

El regreso








Ahí estaba otra vez. La misma puerta. Un poco más vieja quizás. El viento, que tiempo atrás había dibujado sutiles grietas en su superficie, abría ahora, de manera despiadada, heridas más profundas castigadas por el frío y el calor, y a través de ellas dejaba pasar delicados destellos azules. Podía sentir la tibieza del mundo al otro lado.

Adoré esa puerta. Saboreé el instante, como quien toma aire antes de lanzarse a un reencuentro. Mis dedos acariciaron su madera áspera pintada de añil. Estaba distinta. La última vez tenía el color de la hiedra en verano, y su tornasol pintaba de verde la sombra de mis pies. ¿Acaso importaba? Ahí estaba de nuevo, esperando paciente que volviera a cruzar su umbral... una vez más.