domingo, 26 de octubre de 2014

La llamada







Tu ausencia me ha traído hasta la playa de la Soledad, el lugar donde quedan varados los sueños imposibles. La arena es más fría a este lado del océano porque apenas llega la luz de tu sonrisa, y así cuesta mucho mantener caliente el corazón. Incluso la humedad está impaciente por penetrar en mis huesos, e ignora que las lágrimas ya se encargaron de inundarme por dentro.
Me temo que la esperanza hace agua por mis cuatro costados. Debes volver pronto, antes de que mi maltrecho cuerpo, huérfano de tus caricias, comience a oxidarse y se convierta en un mascarón  de proa abandonado. Yo pasaré el tiempo contando mareas y liberando suspiros.
Y no te preocupes si, intuyéndome en la distancia, no aciertas con mi paradero; lanzaré al aire las burbujas azules donde guardé todos mis besos. 

sábado, 18 de octubre de 2014

Realismo




Correr con la decepción nublando los ojos nunca fue bueno, no ves las trampas del camino; por eso ella cayó de bruces como una chiquilla de seis años. 
Se había puesto su vestido más bonito, y fue a buscarlo a la exposición. Finalmente, había podido cambiar el turno, y le daría una sorpresa. No esperaba descubrir que él ya había encontrado con quién compartir su momento más importante. 
Las heridas  de sus rodillas no dolían tanto como las puñaladas en el corazón.
—¿Viste las pinturas de papá? —preguntaba el niño, mientras curaba a su madre.
Ella se tragó las lágrimas, y se abstuvo de decirle que el cuadro que ahora tenía ante sí era la última obra de su padre.



jueves, 9 de octubre de 2014

El escultor





Los días se adormecen en medio de este silencio y vuelven perezosa la memoria. Es tarde para el corazón, cuando el frío penetra demasiado hondo. Ya han olvidado las yemas de mis dedos la curva de tus mejillas, y he perdido la luz que guardabas para mí en el hueco de tus manos. Duele tanto...
Te imagino serena en mi mente agitada, porque así cierras los ojos; esos que añoro, vacíos de historias, sin vida,  sin mí. Maldita tú, maldito el dolor de tu terrible ausencia. Hoy busco desesperado tu rostro, y reblandezco la arcilla con mis lágrimas.
No cesan las sombras que traen el invierno, ni el fuego del alma mutilada. No recuerdo tus besos, mi amor. Se consuma tu olvido. Rendidas las fuerzas, enmudecen las palabras.