martes, 30 de agosto de 2016

Cambios de ciclo

     



        En el solsticio de verano, la tierra virgen de las laderas se hunde bajo los pies de los nómadas. Desde antaño, habían acudido a este valle para recoger el agua del deshielo que llenaba el enorme lago. De regreso a sus lugares de origen, vertían el líquido sagrado en sus mares y ríos, llevando prosperidad. Tal era el influjo sobrenatural de su pureza, que el tiempo jamás detuvo semejante campaña.
De norte a sur, y de este a oeste, los descendientes de esta fe vuelven cada año al inicio del estío. Bautizan a sus hijos al amparo de la luna, preñan de luz los vientres de sus mujeres, y los ancianos preparan sus espíritus para cruzar el umbral de la vida. Pero un olor distinto inunda la atmósfera al inicio del ritual. A media noche, beben del codiciado fluido, y se estremecen de espanto. El dulzor que esperaban descubrir ha tornado en un sabor salado. Unos culpan a la pólvora que flota en el aire del nuevo mundo. Otros observan los vestigios de las últimas nubes llegadas de la costa.
Saben que fueron portadoras de malas noticias la pasada primavera, cuando trajeron todas aquellas lágrimas desde el Mediterráneo. 

Finalista en el V Concurso de Microrrelatos “Leonardo Barriada” de la Asociación Félix de Martino, de Soto de Sajambre (León).