lunes, 11 de mayo de 2020

Duelo




El viejo cuco se asoma descarado, y desaparece otra vez dentro del reloj. Desde que ella no está, se ha vuelto quisquilloso y da las horas a su libre albedrío. Pero el anciano no se queja de su incompetencia, y se limita a guardar silencio desde que perdió la medida de su tiempo.
Ahora en sus ojos solo hay nostalgia de un pasado de labranza y sudor.
Los años dejaron los aperos guardados y su cuerpo inmóvil en el sillón. Pero la piel, que tiene memoria, esconde las grietas de la tierra en las palmas de sus manos, donde intenta contar cada tarde los surcos de la siembra antes de que le alcance la pena.