martes, 26 de junio de 2018

Biografía



Vendo alma libre encuadernada en piel egipcia.
Se trata de una obra inmaterial con grabados originales, indelebles al paso del tiempo.
Todos los elementos que la componen se han respetado desde su nacimiento. El interior está poblado de historias frágiles, por lo que su extrema sensibilidad requiere de manos expertas en el noble arte de la restauración.
Una pieza tentadora para quien guste del reto de transformarla. Su estado, algo deteriorado, necesita nuevas puntadas en superficie; las costuras profundas se mantienen intactas uniendo los secretos que un lector de libros imposibles sabrá interpretar. Lamentablemente no se garantiza la recuperación de las zonas perdidas de este ejemplar.
Deseo desprenderme de ella por razones sentimentales, siendo condición sine qua non una entrevista personal con el interesado en comprarla.
Abstenerse diablos y coleccionistas.


Seleccionado para la Antología del VI Premio de Microrrelatos «Colectivo Manuel J. Peláez».


sábado, 9 de junio de 2018

_UERTE





Deseó que fuera una ese, para ganar la partida al destino por una vez en la vida.  O una efe, y así soportar estoicamente la lluvia de collejas e insultos que solían empaparlo en el parque cada día. Pero la letra correcta resultó ser una eme, y todos se mofaron de su torpeza. 
Completó el sustantivo con el dedo en el suelo de arena, y escaló hasta lo alto de un castaño. El chasquido del cinturón y el ligero bamboleo de su cuerpo en el aire dieron por concluido el pasatiempo. Ninguno de aquellos niños volvería a jugar al ahorcado.

domingo, 3 de junio de 2018

Costuras


       
      A sabiendas de que nadie me observa, ensayo mi cara de domingo frente al espejo. Los arcos de mis cejas dibujan dos paréntesis en retirada; no consiguen aclarar esta mirada perdida. La culpa es de la fugaz imagen de tu beso al despertar, que se ha quedado prendida bajo mis párpados. Con un leve pestañeo cae en el lavabo y es arrastrada por un chorro de agua fría. Por un momento he recordado la sed que me provoca tu cercanía, y mis mejillas se han arrebolado.
Con la vista puesta en mi rostro, busco el fino hilo que borda las comisuras de mis labios y, suavemente, tiro de él hasta encontrar el equilibrio de una sonrisa perfecta; la anudo fuerte a nuestros días de sofá y manta, a los paseos por la playa, a las rutinas de hogar y sábanas empapadas. Estrenando la primera sonrisa del día, me giro despacio sobre mis talones para mostrarle al mundo mi feliz semblante.
Pero entonces recuerdo que me dejaste hace dos días, y la daga afilada de tu abandono descose con brusquedad los hilvanes. Y de nuevo aparece esa oscura mueca de infinita tristeza que me desbarata la estudiada pose.