Con
los primeros silencios llegó un frío inusual que empañó todos los espejos de la
casa. Y, aunque ya no consigue ver su propio rostro reflejado en ellos, aún
puede seguir la estela de vaho que dejan las palabras de él por el salón. La
indiferencia hace crecer cada mañana una gruesa capa de nieve sobre la que es
difícil caminar al despertar. Pero ella, que mantiene encendido su fuego
interior, va abriendo caminos que le permiten alcanzarle al llegar la noche.
Hoy las caricias se han helado sobre sus cuerpos, abriendo grietas en la piel y anunciando nuevas tormentas. Y, mientras él asegura que puede vivir en ese iglú que han fabricado, ella derrite con rabia las últimas lágrimas escarchadas.
Microrrelato invernal para Esta Noche Te Cuento.