He
sobrevolado mil batallas como deidad guerrera. Mi lanza señala a los heroicos
hombres que han de caer en la lucha y levantarse como soldados en el nuevo
ejército de Odín. Somos el placer tras la muerte, cuando nos despojamos de las
armas, y de las ligaduras en nuestros cabellos de oro, y transformamos el agua
en hidromiel, antes de hacerles cruzar la puerta de su nuevo destino.
Y,
sin embargo, hoy no pude obedecer a un dios y cambié la victoria ya escrita en
favor de un rey, al que deseé para mí en su cuerpo terrenal. Presta estoy a
sufrir el castigo de la traición y perder mi inmortalidad por amor, que no mi
esencia.
Pues
las valquirias no somos diosas por nuestra eternidad, sino por la fiereza de
nuestro carácter, aunque hayamos de cambiar de montura. Hay muchas formas de
volar.
Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.