Ahí estaba otra vez.
La misma puerta. Un poco más vieja quizás. El viento, que tiempo atrás había
dibujado sutiles grietas en su superficie, abría ahora, de manera despiadada,
heridas más profundas castigadas por el frío y el calor, y a través de ellas dejaba pasar delicados destellos azules. Podía sentir la tibieza del mundo al
otro lado.
Adoré esa puerta.
Saboreé el instante, como quien toma aire antes de lanzarse a un reencuentro.
Mis dedos acariciaron su madera áspera pintada de añil. Estaba distinta. La
última vez tenía el color de la hiedra en verano, y su tornasol pintaba de
verde la sombra de mis pies. ¿Acaso importaba? Ahí estaba de nuevo, esperando
paciente que volviera a cruzar su umbral... una vez más.
Me alegra mucho poder leerte. Espero que escribas a menudo..., no como yo. Un beso.
ResponderEliminarTe encontré!!! Veo que no te ha cundido mucho jejeje, pero lo que he leído me ha gustado, veo que eres una maga de la descripción, muy interesante...
ResponderEliminarQuise seguir el rastro de letras que dejaban tus palabras a través de este jardín, y lo que hallé al final, o mas bien debo decir al llegar a su comienzo, fue el momento en que narras el regreso, un año mas, de la primavera, de una primavera azul.
ResponderEliminarUn abrazo, te seguiré leyendo