Aquellas delicias
azucaradas endulzaban sus días, y dejaban cada uno de sus pensamientos
anestesiados. Como terrones de azúcar, imperecederos, permanecían atrapados en
un presente dulce y placentero. Un hogar tibio transformado en un suave
bizcocho de yogur suave y esponjoso, como una caricia de las manos artesanas
que lo habían elaborado con mimo. Un deseo perdido en la vaporosa nube de un
algodón de azúcar rosa, como una sonrisa infantil. Tan fácil deslizarse por
aquella vida de sabor casero, de aromas de canela para salir de la rutina.
Pero una mañana la
descubrió. Una tarta Sacher tentadora le esperaba al otro lado del escaparate.
El único placer secreto que había desterrado de sus papilas gustativas. El
chocolate. Sintió el cosquilleo familiar de una pasión dormida durante mucho
tiempo, y un vértigo, oscuro y espeso, lo sumergió en el recuerdo de un
humeante chocolate a la taza, derritiendo las palabras que empapaban sus
labios. La memoria lo llevó de estación en estación transformando el estado de
miles de pepitas de cacao, al mismo ritmo que sus deseos. Cubriendo un helado
compartido para refrescar la piel ardiente o fundidas en el cuerpo de un bombón
que devoraba a mordiscos imaginando otro destino para su boca.
Cerró los ojos, y en
algún lugar de su mente el deleite experimentado en el pasado amenazó con
derribar sus defensas. Una tentación que lo hizo tambalear. Debía ser suya a
cualquier precio. En aquel breve parpadeo, como un espejismo, la tarta Sacher
desapareció de su vista. Bastó el suave tintineo de la campanilla, al cerrarse
la puerta de la pastelería, para comprobar que el joven que salía de ella se
alejaba de allí con el objeto de su deseo. No pudo verle el rostro. Solo pudo
ver, desde la distancia, cómo sujetaba su trofeo con una mano, y con la otra
blandía su bastón a modo de sable, celebrando su conquista.
O.O ¿desapareces del mundo blogueril y ahora vuelves con una tarta de chocolate que describes de una manera tan apetitosa que ahora no sé si bajar a la panadería a ver si les queda algo parecido, aunque mañana tenga multiplicar mi ración de carrera? ¬¬
ResponderEliminarMira que eres, jjajajaja te tiras dos meses sin escribir, y ahora que no tienes ordenador te entran unas ganas irrefrenables de hacerlo... buena técnica para invocar a las musas :P