Deseaba
que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma. Te había esperado durante
toda la vida. Ahora que había probado tus caricias, tu piel, tu sabor, no
podía pensar que la tarde tuviera un final. Consciente de lo efímero de aquel
instante, te observaba dormir desde aquel ángulo de la habitación. Con las
piernas cruzadas sobre la silla, dejando que el sol del atardecer
calentara mi espalda, apenas podía pensar, solo sentir y presentir que la
felicidad que se acomodaba con tanta facilidad en mi interior no estaría allí
por mucho más tiempo.
Nunca antes había
besado tus labios y, sin embargo, ya conocía tu alma. Me quedé atrapada en las
palabras que me regalaron tu mundo y, en el segundo en que nuestras miradas se
cruzaron, me adentraste en él para siempre. Te miraba una y otra vez, en el
gesto placentero que dibujaba tu rostro. En tu sueño sereno, añoraba tu
despertar, donde apenas minutos antes habías devorado el deseo, tanto tiempo
guardado. Y donde la dicha te susurraba más amor, la verdad de mi universo iba
rasgando mis entrañas. Nunca serías para mí. Yo nunca sería para nadie más.
Allí se quedaron prendidos nuestros sueños, esperando nuestro regreso.
De la frase de El Cuentacuentos:
" Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma."
La conexión me jugó una mala pasada estos días, pero afortunadamente regresó!
ResponderEliminarImagino ese escenario que tu relato describe, y el silencio es el que habla, las palabras las que dibujan esa distancia que discurre entre ellos sin atisbos de poder vencerla. Tan solo esa esperanza, deseada en silencio, como una cuenta atrás.
Precioso relato María
Me siguen maravillando las historias que forjan tus palabras que hacen de tu jardín un lugar tan apetecible para pasear. Me gusta leer los blogs y no suelo comentar mucho. Si me vez aparecer es porque, una vez más, lo que escribes me agita por dentro. Un relato precioso que me hace pensar en un verdadero amor perdido que deja una puerta a la esperanza.
ResponderEliminar¿Cambiaste la foto de tu perfil? ¡No me digas que eres un ángel! Ahora lo entiendo todo.
Saludos.
Maria, este relato en el que lo que puede ser no es, y parece que sí y luego es que no, me ha gustado. Es una muestra de mucho cariño y amor. La pena que no se pueda consumar.
ResponderEliminarMe gustó.
Un saludo.
Es la intensidad del sentimiento la que perdura toda la vida...
ResponderEliminarnos marca el corazón y agita la respiración...
nos deja ver lo mejor de la vida, pero cuando se aleja, deja vacíos...
Aún así, se sabe que se ha vivido.