He
recorrido océanos de tiempo para encontrarte. Me despojé de mi inmortalidad
para adentrarme en tu mundo, y no me reconociste. Yo te presentí, como se
respira la tierra húmeda antes de que llegue la lluvia. Fue un
hechizo de luna el que cruzó nuestras palabras y atrapó tu mirada.
Al
fin alzaste los ojos y me encontraste esperando tu voz, tu sonrisa... Y
respondiste embrujado, demandando deseos jamás imaginados de aventura, vértigos
y placer. Así me hallaste, tramposa y bruja, reclamando afectos en tu ciega
necesidad y yo, ignorante de la naturaleza humana, vencida a los reclamos de la
piel y los sueños. Eras tú entregado. Anestesiado de conjuros. Pero eras mío.
Maldigo
el instante en que fui tentada por la humanidad de mis ojos y de mis
manos, que aprendieron a adorarte. Te creí libre para sujetar tu vida a la mía
sin más armas que el corazón encendido. Pero al final del día, evaporado el
veneno, tus ojos ya no me vieron y me devolviste a las sombras del
olvido.
Inspirada en la frase de El
Cuentacuentos: "He recorrido océanos de tiempo para encontrarte."