El falso éxtasis
volvió gris la sangre de mis venas; calenté mis entrañas en las puertas del
infierno, y vendí mi alma negra al hambriento Lucifer.
Dime cómo lo hiciste. Cómo,
con un simple batir de alas, me trajiste de nuevo a la superficie.
Se desliza el alma en la húmeda espesura, en el juego del tiempo muerto y la mente esquiva. Entra en este jardín secreto, de caminos y veredas dormidas. Este es el lugar donde trepan los sueños y se enredan los silencios de madreselvas y orquídeas. Ven al jardín de las mil palabras y la lengua muda; en su fresca penumbra te espero, sueño y vivo.