—No estoy en
peligro. Yo soy el peligro. La inmortalidad no me vencerá, porque los hombres
necesitáis más de mí que de la propia vida. Sé de quienes vendrán en mi
busca para sentir el vértigo del miedo. En él hallarán el placer de tentarme y
jugar conmigo al juego más difícil. Pobres ingenuos. Verán mi rostro de
soslayo, y hablarán a otros de cómo el valor aguzaba sus sentidos y oprimía sus
pulmones en extraño regocijo. Ignorarán, en su osadía, que yo nunca los elegía
como compañeros. Los escogidos aguardarán mi sombra en la distancia. La espera
calma y silenciosa de aquellos que me nombren en un susurro. Ellos me
reconocerán, y yo abrazaré sus almas como justa propietaria. Pero habrá de ser
el mayor de mis disfrutes el rostro pálido y demudado de los inquietos mortales
que, sin intuir siquiera mi presencia, me descubran en la penumbra de un
instante trágico.
Alejandro se arrodilló junto al manantial y vació el recipiente con el elixir
de la vida, que instantes antes había llenado. Lo contempló durante unos
segundos, perdido en la transparencia del líquido mágico. Volvió a mirar a la
joven que, sentada sobre la hierba, había pronunciado aquellas palabras. Pensó
que jamás había visto una mujer tan hermosa y, casi al instante, quedó
hipnotizado por la dulce sonrisa que dibujaba su rostro.
Sintió que su voluntad
se alejaba de sus pensamientos y, en cada inspiración, el alma se le escapaba
en dirección al dulce ser que seguía mirándolo en silencio. Necio y confiado,
había olvidado cerrar sus oídos al mantra de aquella voz, tal y como le
advirtieron los sabios. Subió de nuevo a su montura y se alejó despacio de
aquel lugar sagrado, mientras su memoria olvidaba cada uno de los pasos desandados.
En su mente solo quedaba congelado el deseo indeleble de volver a encontrarse
con aquella extraña y sucumbir a un destino que ya habían dibujado las
estrellas.
La Muerte
sonrió de nuevo al ver alejarse al incauto caballero.
De la frase de El Cuentacuentos:
"No estoy en peligro. Yo soy el peligro."
Me gusta, me recuerda a la versión de la muerte de The Sandman.
ResponderEliminarSaludos!
Bonita historia María.No habría de tener la otro rostro la Muerte que el de una joven hermosa. Esa es la realidad de todo hombre: basta el pestañeo de una mujer para hacer renunciar al caballero a la inmortalidad. Me han encantado las palabras que describen los distintos encuentros de la dama del alba con los pobres inmortales... cada situación... cada elección... Los encuentros de soslayo... los que se buscan... los sorpresivos... ufff en esta ocasión ni siquiera la tentación de la fuente de la eterna juventud es una amenaza para ella... La Muerte es sabia y siempre sabe más...
ResponderEliminarReflejas muy bien ese momento en el que el amor y la vida adquieren protagonismo y no somos sino prisioneros de sus encantamientos, y la muerte sonríe, ningún otro ser del planeta le facilita tanto su trabajo como el ser humano. Ella sabe que si se descubriera la inmortalidad morir valdría una fortuna, y a diferencia de ahora serían los ricos los primeros en morir.
ResponderEliminarNo, ella nunca conocerá el paro.
Un abrazo vivo :)
Mientras canta Sabina "muera la muerte" muere el invierno
Vaya, muy bueno! Es escalofriante cómo la Muerte (en mayúsculas, sí, no vayamos a enfadarla) se describe. Y así es, solo sus elegidos serán abrazados por ella.
ResponderEliminarQue tardemos en ver su rostro!
Un saludo,
Aarón
Guau, guau y requeteguau. Me ha encantado. No puedo decirte más. Por cierto, en las últimas líneas hay una "a" que sobra: "seguía a mirándolo". Besotes.
ResponderEliminarMagnífico relato. Esta frase "La inmortalidad no me vencerá porque los hombres necesitáis más de mí que de la propia vida" creo que es de las mejores que he escuchado para definir a la muerte. Tiene mucho, mucho más de lo que se lee.
Eliminar;)
Genial. Sin más.
ResponderEliminarUn saludo cuentacuentos.
www.utopiadesueños.com.es
La Muerte, tan inesperada y soberbia como siempre... Nos espera en cualquier rincón, agazapada, sabiendo de antemano cual será el momento justo de abrazarnos...
ResponderEliminarGenial!!
Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.
También me ha gustado. Jorge Bucay tiene algún cuento sobre la Muerte muy buena.
ResponderEliminarQué sorpresas me está dando este blog