Cuando veo a las
doncellas morder con deleite mis manzanas, mis raíces se estremecen de placer. Grabados
en mi corteza persisten el olor de la sangre tibia y el calor del último
aliento. Muchas vidas habré de renacer aún para olvidar el insaciable apetito
de quien fui.
Menos mal que el paraíso desapareció antes de que los mercados evaluasen la tentación como prima de riesgo :)
ResponderEliminarPero no desapareció del todo, aun nos queda la sidra!
Me encantó tu micro, un abrazo!
Uhm ¿Intuyo entre lineas a un marqués de Sade intentando redimirse?. Casi puedo sentir en tus palabras ese placer contenido de las raices, las doncellas, las manzanas... La avidez por retomar el sabor de sus perversos actos aún impregnados en su corteza. Tienes tanta razón... ni mil reencarnaciones podrían hacer que perdiera su esencia...
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