lunes, 11 de agosto de 2014

Renovarse o morir





Raimundo maldijo su estampa, tras haber revisado por enésima vez la contabilidad del mes. Las cuentas no cuadraban, ni cuadrarían, por mucho que intentara aguantar el tirón. Desde que abrieron la autovía, los negocios de la carretera general que pasaba por mitad de la sierra iban cuesta abajo y sin frenos. Aquella zona se había quedado completamente muerta. Ni los camioneros paraban ya a pernoctar en su pequeño hotel.
Había llegado el momento de coger el toro por los cuernos. Avisó a un electricista para que le instalara un llamativo alumbrado de bombillas de colores alrededor de la fachada, y se fue a buscar a las guarrillas de los pueblos colindantes, seguro de que aceptarían gustosas una buena oferta de empleo. Era un hombre emprendedor, y sabía que debía reinventarse.  
Cuando la noche del estreno escuchó el ruido del tractor del viejo Antonio aparcando en la puerta, pensó que aún existía la posibilidad de reflotar el negocio. 


viernes, 8 de agosto de 2014

Evasión


Huyendo de las palizas de su madrastra, el pequeño Samuel había encontrado un lugar secreto donde refugiarse cada noche; un escondite en el que sentirse seguro y acompañado. Oculto bajo las sábanas, se adentraba, con espíritu valeroso, en los mundos de fantasía que le regalaban sus libros de aventuras.
Era capaz de hacer volar su imaginación con tanta intensidad que, al cesar la lectura, aún podía percibir el aroma de los bosques encantados, o notar su pelo mojado tras un abordaje pirata. El día que el dolor de las magulladuras no le dejó concentrarse y sus ojos enrojecidos le impidieron leer, se tumbó sobre la cama abrazado a sus tesoros de papel, y se quedó dormido. 
Cuando la malvada bruja descubrió la brillante luz que se colaba bajo la puerta del dormitorio, acudió enfurecida. El cuerpo menudo del niño yacía inmóvil; aunque Samuel ya no estaba allí. Eligió soñar en un cuento de hadas con final feliz.

sábado, 2 de agosto de 2014

Primer amor





Martín colocó, de nuevo, la vela de papel sobre otra de las galletas de Sofía. Ella solo pensaba en que él, al fin, había accedido a incluirla en sus juegos. 
Cuando la pasta se reblandeció por cuarta vez al contacto con el agua, y el barquito naufragó, corrió hacia donde estaba su madre en busca del paquete. Aquella tarde no le importó sacrificar la merienda. Por primera vez, se le había quitado el hambre.  

viernes, 1 de agosto de 2014

Aproximación de vectores




Tanto se acercaron nuestras vidas, que nos cruzamos en un punto. Ondulé mi cuerpo sobre el tuyo, e hice recta la curva de tu ingenio. Cuando, nueve meses después, mi vientre es una circunferencia perfecta, tú te sales por la tangente.