miércoles, 10 de febrero de 2016

Abandonados


       Se alzan impasibles los cipreses, mientras el olvido lame las piedras y convierte en ruinas los muros del cementerio. Ya no tañen las campanas a réquiem, y las lápidas duermen anónimas bajo el polvo. Tras la cancela, vagan las almas en pena llamando a sus seres queridos.
Chirrían las bisagras que anuncian compañía, mas solo es el viento; el mismo que apagó las velas tiempo atrás. Los vivos partieron del pueblo en busca de un porvenir, y se llevaron en las maletas los recuerdos, dejando a sus muertos en el camposanto.
Nadie les fue a avisar.

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