miércoles, 10 de octubre de 2018

Elvis Pelvis



Cada noche, Euterpe desciende del Olimpo para recorrer las calles de la ciudad y, con la malicia y la voracidad de una diosa convertida en mortal, deleita a los hombres que se detienen a escucharla. La música de su flauta atrapa los sentidos y, mientras sus labios hacen suyo el instrumento, sus dedos suben y bajan con destreza en una visión casi hipnótica.
Un joven guitarrista, que emerge de la boca del metro, cae en la estudiada trampa de la musa y, atrapado en su melodía celestial, conduce a la hambrienta flautista hasta su guarida de ratón. Ella, vestida de docilidad, le regala el compás de un cuerpo de almíbar y se afana solícita con la siguiente embestida. Pero, ¡ay, pobre deidad! No cuenta con que esta vez un movimiento extraordinario de caderas la hará entrar en éxtasis y ya no deseará otro ritmo.
―Esto es rock and roll, nena ―le susurra el músico, jadeante―. Luego, si quieres, te muestro también cómo suena.

1 comentario:

  1. Me encantó tu relato cuando lo leí en ENTC. A ver si me pongo al día, y puedo pasarme por allí estos días para comentar a todos los participantes. A mí me eliminaron en la tercera ronda.

    Un abrazo.

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