sábado, 1 de diciembre de 2018

Cazadores de libros

                              


Al entrar en el vagón, descubrí aquel ejemplar abandonado. Tenía las cicatrices de los libros mil veces cazados y en él se leían los nombres que hicieron suya aquella historia de corsarios. Esas firmas debieron mutar su naturaleza, pues, al abrirlo, una ola me arrastró hasta mi parada, a cuatro mareas de distancia.
Cuando volví a la realidad, aún salía arena de mis bolsillos; y, como si fuera un tesoro, lo liberé en el mismo lugar donde lo encontré.
Supe que había sido presa fácil al cruzarme con aquella chica que, desorientada, caminaba por el andén empapada de mar.

       Finalista en el IV Concurso de Microrrelatos del Ayuntamiento de Godella (Valencia).

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