Marco
ha construido una noria junto al río. Ahora la corriente empuja los engranajes
del molino en el que la campesina molerá el trigo. Ella no sospecha que el pulso
del ingeniero bombea al ritmo al que gira la rueda. Desde que la conoció, el
romano tiene un serio problema de ingenio. Su corazón de lana cubierto de acero
ha prendido en llamas de un flechazo, y la combustión lo ha convertido en una
caldera.
De
momento se limita a bañarse en el agua mientras resuelve cómo acercarse a ella, que, por algún defecto de fabricación, es altamente inflamable.
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