miércoles, 29 de junio de 2022

Bichos, bichas y «bitches»

 



Que mi madre y tía Carmela se odiaban desde hacía años era algo por todos sabido. Pero, a pesar de su antinatural aversión de hermanas, consintieron en vivir juntas desde que papá falleció, como si la rabia de la mutua compañía alejara a una de los pensamientos grises de la soledad, y a la otra del soberano aburrimiento de la vejez.

Nunca supimos del origen de su inquina hasta que una tarde de primavera, tras una larga siesta en el jardín, descubrimos un extraño zumbido proveniente del impertérrito moño de la tía, donde un enjambre de abejas había decidido montar su panal, atraído por el agua con azúcar de su arcaico fijador. Los golpes en su cabeza solo contribuyeron a soliviantar a los insectos, de modo que únicamente el rápido movimiento de tijeras de mamá consiguió decapitar el peligro de raíz.

Del canoso ovillo de pelo escaparon un puñado de bichos, el camafeo perdido con la foto de mi padre, y un secreto a voces que cobró fuerza en la lengua viperina de una viuda despechada.

―¡Lo sabía, maldita perra!


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.

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