En mitad del desierto, donde la arena quema los pasos y desaparecen los caminos, se alza el faro más imponente del universo.
Los forasteros que lo encuentran en la noche se preguntan por el sentido de su luz, pues las estrellas siempre brillan con más intensidad.
Pero los navegantes de dunas saben que el pequeño fuego encendido, allá en lo alto, permite a todo hombre llegar hasta él antes del amanecer.
Solo entonces, la sombra que proyecta durante el día les regala un sendero seguro, protegido del sol.
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