Se desliza el alma en la húmeda espesura, en el juego del tiempo muerto y la mente esquiva. Entra en este jardín secreto, de caminos y veredas dormidas. Este es el lugar donde trepan los sueños y se enredan los silencios de madreselvas y orquídeas. Ven al jardín de las mil palabras y la lengua muda; en su fresca penumbra te espero, sueño y vivo.
Carmen cambia un trago de agua fresca de su botijo por un beso. A la muchacha le crece la reputación en el pueblo. A los zagales, renacuajos en el estómago.
Rara vez siento ganas de volver atrás —que me quiten lo «bailao», y a seguir disfrutando—. Pero esa sensación de los primeros escarceos... esos renacuajos inquietos, esos sí los echo de menos.
Rara vez siento ganas de volver atrás —que me quiten lo «bailao», y a seguir disfrutando—. Pero esa sensación de los primeros escarceos... esos renacuajos inquietos, esos sí los echo de menos.
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