Se desliza el alma en la húmeda espesura, en el juego del tiempo muerto y la mente esquiva. Entra en este jardín secreto, de caminos y veredas dormidas. Este es el lugar donde trepan los sueños y se enredan los silencios de madreselvas y orquídeas. Ven al jardín de las mil palabras y la lengua muda; en su fresca penumbra te espero, sueño y vivo.
El silencio solo fue la
punta del iceberg. Bajo la enorme frialdad de sus ojos se escondía un vacío que
nos mantenía a flote a duras penas. El último portazo quebró la nave en la que
nos habíamos embarcado. El desamor pesaba demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario