Se desliza el alma en la húmeda espesura, en el juego del tiempo muerto y la mente esquiva. Entra en este jardín secreto, de caminos y veredas dormidas. Este es el lugar donde trepan los sueños y se enredan los silencios de madreselvas y orquídeas. Ven al jardín de las mil palabras y la lengua muda; en su fresca penumbra te espero, sueño y vivo.
Desde
hace un rato el lugar huele distinto. Tal vez a pan recién hecho o a talco con
aroma de rosas. Siguen su rastro entre las violetas y los crisantemos.
Finalmente, las almas en pena encuentran el origen. Un niño se ha colado en el
cementerio.
Sobre todo, tierno. Aunque también sobrecogedor. ¿Es posible?
ResponderEliminarEn fin, buena panificación.