viernes, 2 de noviembre de 2018

Ojo por ojo

                            
                                


Cuentan que, en las noches de otoño, una sombra se pasea sigilosa por el camposanto. Cuando nadie observa, su huesuda y oscura mano roba alguna foto infantil ajada por el impío paso del tiempo, y se lleva consigo los recuerdos que los seres queridos dejaron sobre sus tumbas. Los jóvenes espíritus, aún inexpertos en el deambular de las almas, la acompañan como ratones tras un flautista embrujado y siguen el rastro de sus muñecas y peluches: los únicos objetos que aún los mantienen prendidos a este mundo.
Desde que la vieja Guadalupe empezó sus incursiones, el cementerio de los gringos se ha vuelto silencioso en el día de los muertos, mientras que en su casa las risas atraviesan las paredes y los niños invisibles juegan sin parar en un idioma extranjero. No le importa que esas criaturas no le pertenezcan. Ellos le arrebataron la vida de sus nietos cuando intentaban cruzar la frontera de México. Ahora ella les quitará la muerte y la memoria de sus ancestros.

1 comentario:

  1. Hola María, me ha gustado tu relato, es sencillo y directo, sin palabras huecas que no hacen mas que perder el sentido de lo que se quiere contar.Mucha suerte en el concurso, yo también me he animado a participar

    https://elpedrete2.blogspot.com/2018/11/zenda-dia-de-muertos.html

    Por cierto, tu blog a veces se lee un poco mal por el fondo, pero es sólo una opinión

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