Como
todos los que nacieron durante la pandemia, Leonor aprendió a hablar muy
pronto. Ahora las letras tejen hilos invisibles que hilvanan sus relaciones.
Los afectos viajan sobre páginas y voces entonadas, en un crisol de
sentimientos que van y vienen. El viento sopla las palabras y las tatúa en la
piel de quienes más quiere. Pero hoy se
ha vuelto a cruzar con ese chico, y sus guantes se han rozado. Apenas unos
segundos para agitarle el corazón y percibir el deseo quemándole en los labios.
Ella sabe que no debe amar así: el precio a pagar es demasiado alto. O eso
dicen.
Un futuro desolador.
ResponderEliminarSAludos
Lo de los guantes y ese final... ¡Ufff! Hermoso en cualquier caso, aunque un tanto descorazonador.
ResponderEliminarUn abrazo.