Había una vez un
ladrón que tenía la habilidad de robar, de los tiernos labios de las doncellas
despistadas, dulces besos prohibidos. Lo hacía una sola vez, garantizando el
encanto del inesperado asalto.
Pero aquel día,
deslumbrado por la belleza de una joven, cometió el error de repetir su osadía.
Cuál fue su sorpresa al saberse asaltado. En el breve instante de un suspiro,
le robaron el corazón.