miércoles, 21 de octubre de 2020

Carrozas y calabazas

 


Nunca repite cliente, aunque siempre es el mismo ritual obsceno el que lacera su cuerpo. Dinero por sexo para saciar el placer ajeno. Cada noche se quita la piel, machaca sus huesos y se vuelve polvo. De madrugada, recoge su fantasma y desaparece.               Pero hoy fue diferente. El tipo la trató como a una verdadera princesa, la llamó por su nombre y durmió con ella hasta el amanecer.                                                                                                                             Un intenso olor a cuento infantil ha despertado su inocencia y, en un impulso, deja uno de sus zapatos bajo la cama, convencida de que entenderá la señal. Ignora que, cuando él encuentre su sandalia de tacón, la abandonará en la basura junto al de otras Cenicientas. 

En la calle solo se escucha el repiqueteo cojo de los sueños rotos.


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