La puerta que abre los recuerdos de la infancia no
entiende de generaciones. Al mirar por el hueco de la cerradura, contemplamos
las risas intactas de los niños y los mismos juguetes dormidos en los dinteles.
Pero venid, asomaos. Si observáis a través del
oxidado ojo, encontraréis que hoy la chiquillería anda revuelta. Cuatro amigos
cumplen castigo en la biblioteca del convento por robar naranjas a los monjes.
El prior les ha impuesto la tarea de ordenar alfabéticamente los viejos
manuscritos.
Y ahí están, en pleno proceso creativo. El más
espabilado ha trasladado un tomo al suelo, debajo de la ventana. Los demás en
seguida entienden el juego. Estratégicamente van amontonando libros, e
improvisan una escalera hacia su libertad. ¡Mirad cómo corren! Estos gandules
nunca aprenderán nada.
Pero… un momento. ¿Qué esconde el pelirrojo bajo la
blusa? Un dragón sobre una página debió haber llamado su atención. Con el
brillo de la curiosidad en los ojos, espera que nadie sepa que ha tomado
prestado el último «escalón».
¿No es increíble presenciar cómo las musas escogen
a un futuro escritor?
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