Tu mirada en un segundo
prolongado de preguntas
sin respuesta.
El alma esquiva
y la palabra muda,
que vuelve gris
este juego azulado.
Míranos: uno libre;
otro, atrapado.
La presencia
dulce
de tu voz perdida;
el hallazgo hambriento
de mi piel fundida.
Calla la verdad.
Grita la herida.
Se dispersan los deseos
en la yema de tus dedos.
Más te miro.
Más me miras.
Quiebras el tallo
y vuelves néctar la savia
de esta rama erguida,
borracha de amor
y de caricias.
Tu mirada en un
segundo
prolongado de
susurros
enredados en mi pelo.
Calla el mundo.
Grita el fuego
de tus labios llenos.
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