Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias. Los vecinos fuimos a arroparle con palabras de consuelo, pero el consternado librero, sentado sobre los restos de su tienda calcinada, permanecía inmóvil con la cara llena de ceniza. Solo pareció reaccionar cuando una niña le entregó un viejo libro de mitología, rescatado de entre los escombros.
Cuentan
que al alba lo vieron ascender hacia el cielo a lomos de un ave fénix. En
seguida supimos que pronto habría una nueva librería en el barrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario