Hoy me ha pasado una
cosa surrealista. Me he escapado un segundo a la tienda de chollos, vamos, la
de “todo a cien” de toda la vida, que hay junto a la oficina. Mientras estaba
enfrascada en uno de los pasillos buscando un tenedor de trinchar (mejor no
preguntes para qué), he escuchado cómo una voz desconocida de mujer decía
espantada:
—¡Mira, Juana, mira
qué barriga!
Yo miraba para todos
lados esperando que la barriga motivo de tal asombro no fuera la mía. ¡Ay!
Pero, infeliz de mí, sí que era la mía y, para colmo, la tal Juana (embarazada
de seis meses como se apresuró a informarme) me miraba tan asombrada como la
primera chica que, con ojos estrábicos, seguía con la mirada fija en mi figura
y señalándome con el dedo (para más "inri").
Yo me limitaba a
sonreír con cara de boba y, cuando en esos segundos, que se me antojaron eternos,
ya me estaba girando sobre mis talones para escapar por otro pasillo, la mujer
profirió un bocinazo en la dirección que yo llevaba:
—¡Mamaaá! ¡Maaaamá!
¡Ven! ¡Ven! ¡Mira!
Y sin saber cómo, una
señora algo entrada en años, con un tostador en la mano, salió por detrás de
una estantería para acudir a la llamada de sus hijas.
—¡Y decías que yo tenía la barriga gorda,
mamá! ¡Mira eso!
Y "eso" era
yo, alegando en mi defensa que estaba ya de ocho meses, y que la niña que
esperaba era grande, y tenía mucho líquido acumulado en la placenta (aunque
esto último fuera una mentira gorda que necesitaba soltar con urgencia), y
que...
—¿Ves, mamá? ¡Y decías
que yo estaba gorda de seis meses! (y la verdad es que "la Juana"
tenía más bien el aspecto de haberse tragado un melón).
¿Y sabes lo que pasó?
Pues que, en mitad de mi retahíla, la mujer se fue directa hacia mí, me levantó
la camisa, y se asomó por debajo para palpar; para certificar lo que estaba
viendo, vamos. ¡Ahgg! ¡me faltó el canto de un duro para trincharla con el
tenedor que llevaba en la mano! Y, ya de paso, decirle:
—Perdón, señora,
perdón, ¿le importa que le coja una teta? Ya sabe, para igualar la situación…
¡Madre mía! Salí de
allí como pude, espantada y sin mi compra. Mientras, seguía oyendo a mis
espaldas:
—Pues eso es cesárea
seguro, como "la Vane"...
La madre que la
parió...
¡¡Felicidades por tu Blog!! He tenido la tentación de escribirte algún comentario antes, pero no lo hice. Llegué a tu Blog dirigido por Sara y ahora reparto mis cinco minutos matutinos blogeros entre "Sueños a Contraluz" y "tu jardín". Me he reido un montón con tus dos últimos relatos. Siempre he oido decir a mi hermana (7 embarazos) que porque carajo la gente se cree con derecho de tocar la tripa a las embarazadas.
ResponderEliminarPor cierto aunque creo que ya te lo dijeron me gustó mucho también "Un tranvia para Ana"
Jajajaja yo a este señor no le conozco de nada :P
ResponderEliminarGracias por el comentario señor o señora anónimo, de quien Sara reniega jajaja, como verás los seguidores de mi blog no son muchos (la verdad es que no estoy acostumbrada a que la gente lea lo que escribo, es una experiencia completamente nueva),sea como sea ¡¡¡me gusta que te guste.!!!!
ResponderEliminarPero cómo quieres que te siga más gente si no te publicitas!!! Dale uso al facebook, que realmente no vale para otra cosa jajaja
ResponderEliminarEl anónimo es mi amigo, lo pondré por escrito no vaya a enfadarse conmigo... Y es uno de los seguidores más fieles que tienes aunque no le veas, lo que dice de los cinco minutos de lectura matutina, si lo dice, es que es cierto...
Besotesssssss