—Hola,
cariño; ¿has empezado la reunión?
[…]
—Es un solo un segundo, cielo; ¿sabes
dónde he puesto las escrituras de la casa? Esta tarde tengo que ir al notario,
y juraría que las dejé en una carpeta en el escritorio de la entrada.
[…]
—¿Cómo dices? ¿Que tú también las viste
ahí?... No. Lo único que hay aquí encima es un trabajo escolar de Guille: “El
descubrimiento de América”.
[…]
—¿Cómo que le has debido dar al niño
las escrituras por error?
[…]
—Está bien, Marina, no te alteres, ya
sé que has salido de casa a toda prisa. Solo me estoy imaginando cuando el niño
le entregue a su maestra las escrituras. ¡Uff, vaya manera de justificar que el
Nuevo Mundo pertenecía a los españoles!
[…]
—Sí, ya sé que tienes mil cosas en la
cabeza, pero es que ayer te llevaste el teléfono inalámbrico de casa en vez del
móvil, y la base se puso a pitar como loca cuando pasaste la distancia de cobertura.
¡Menudo susto! ¡Ah! Y el lunes te
trajiste a casa la compra de otra señora, que sigo pensando debiste llevar de
vuelta, aunque te pareciera bien el contenido de las bolsas. Ya sé que puedes
con todo cariño, pero últimamente estás un poco estresada.
[…]
—No, no digo que no seas capaz. Es sólo
que llevar el trabajo, los niños y la casa para adelante sin ayuda es
demasiado. ¿Por qué no llamas a la asistenta que te dijo tu amiga? Tenías el
teléfono por aquí, ¿no?
[…]
—Mi vida, claro que no me quejo. Me encanta
que quieras ser una empresaria y madre de familia ejemplar. Es sólo que pienso
que una mano en casa nos vendría bien. Si tú estás más tranquila, nuestra
lavadora no se empeñará en lavar la ropa blanca con la equipación de la
selección española de fútbol.
[…]
—No, Marina. No sigo disgustado por
eso. Pensándolo bien, ahora puedo ver los partidos en calzoncillos haciendo
honor a “la roja”. Venga, prométeme que llamarás cuando llegues a casa…
[…]
—Vale. No tengas prisa por la reunión,
ya me preparo algo de comer. Me iba a hacer un bocadillo de chori… ¡Marina, por
Dios! ¿QUÉ HACE MI PIJAMA EN LA NEVERA?
[…]
—No, cariño, no me río de ti. Sí, sí,
ahora mismo llamo a esa señora.
[…]
—¿Que dónde está la ristra de chorizo, entonces?
Veamos. Teniendo en cuenta la hora que es y que mi pijama está en su lugar, creo
que ahora mismo …se debe estar echando una siesta.
—PI-PI-PI-PI-PI-PI…
Campeooooonaaaaaaaa!!!!!!! Y el siguiente reto no me digas que no lo tienes a huevo jajajajajaja Aunque ahí tienes a una muy buena contrincante, la institutriz... suerte que yo no puedo participar, así no tengo que admitir que me he rajado directamente jajajaja
ResponderEliminar¿Tú sabes que yo me fui un día de casa hablando por el fijo inalambrico con una amiga y cuando se me cortó bajando por el ascensor ni me inmuté? Pensé, uy se habrá ido la cobertura... Y me di cuenta al guardarlo en el bolso, al ver que dentro había otro teléfono O.O
Ya te digo. Lo del teléfono no es imaginación que es la experiencia misma en palabras.jajaja... ¿Y sabías que la base pita cuando te alejas demasiado? jajaja.... Yo me di cuenta por el tamaño.... ¡no me cabía en el bolsillito del bolso!JUAAAAAA
ResponderEliminarjajja estais locas jajaja pero me encanta que de esa locura haya salido algo tan divertido como tu texto.
ResponderEliminarUn beso
Por cierto, creo que me sigues en el blog equivocado, despues de ver tu rincón, creo que mis retazos te gustarán más que mis realidades XDDDD
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