Como en un ritual
ancestral, descalza sus pies y lava sus manos con agua de jazmín. Con los ojos
cerrados escoge, al azar, un libro de la extensa biblioteca. Despacio, acaricia
su piel con la yema de los dedos, y desliza el resto de sí hasta la primera página.
Abstraída del mundo, se entrega a la lectura desprendiéndose de todos sus
pensamientos, deshaciendo su cuerpo en emociones ajenas, hasta que finalmente
desaparece tras un puente de puntos suspensivos, o enredada en un signo de
interrogación.
Ahí permanece atrapada hasta que un ingenuo
escritor, en busca de palabras, la encuentra dormida justo sobre la idea que
necesitaba. A partir de entonces, les tocará a ellos entenderse.
María, una historia dentro de otra historia, para que otro pueda escribir la suya: muy original.
ResponderEliminarMe ha gustado la magia que has utilizado para convertir a esa lectora en musa y como queda aparcada dentro de un texto.
Buen trabajo.