Esta noche destilo
libertad bajo una máscara escarlata. Quisiera saber si acudirás a nuestra cita.
Te descubro, al fin, tras tu antifaz, buscándome en medio del bullicio y,
cuando tu mirada me alcanza, sonríes. De nuevo juntos, tocándonos con sagrada
devoción, como hace justo un año. Cede mi cuerpo a la firmeza de tus brazos
mientras bailamos. En medio del gentío puedo escuchar tus palabras, aun siendo
un susurro en mi oído.
Tiemblo;
hace tanto que nadie me hablaba así... Me pregunto dónde estuviste cuando las
afiladas garras del tiempo arañaban mis días. Tú silencias mis pensamientos con
un beso. Rendida al placer de tus caricias, sigo uno a uno el misterio de tus
pasos, hasta llegar al refugio de nuestro último encuentro. Piel con
piel, deshacemos en amor tan larga espera, para aguardar después, como
ausentes, la despedida.
Al
amanecer, descubro nuestras máscaras sobre la almohada. Silenciosa, salgo en tu
busca y te encuentro, como siempre, sentado junto a la mesa de la cocina,
leyendo el periódico. Saludo, y tú me respondes con desgana, apenas sin
mirarme. «No
importa», me digo mientras me dispongo a prepararte el desayuno.
Solo queda un año para que regrese el Carnaval.
Máscaras, desayuno, gentío de la Quinta Av. el mundo de Holly. Breakfast at Tiffany's
ResponderEliminarMuy buen relato!
María, a veces la magia no es suficiente para romper con las rutinas, aunque mientras dura su efecto, nadie se queja.
ResponderEliminarBuena prosa y muy bien hilvanada.
Saludos.