Me maquillo frente al espejo y, por primera vez en diez años, de nuevo me reencuentro con mis propios anhelos. Tú me miras sonriente, y siento que tus miedos se mezclan con los míos. Vuelvo a trabajar fuera, a cambio de parte de tu tiempo y tus ingresos.
—Lo compensaremos —dijiste—. Unas horas en casa cuidando de
nuestros hijos no me harán mal.
Antes de salir, me despido de los niños y de ti, y me
deseáis suerte en mi primer día. Yo me giro, sujetando en los labios una
carcajada. El más pequeño lleva los zapatos del revés. Vosotros sí que la vais
a necesitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario