sábado, 20 de diciembre de 2014

Las horas del destiempo



Mil veces se cruzan nuestras sombras sobre el mapa de la vida y, mientras deslizas tus caricias silenciosas por mi cuerpo, van desapareciendo las marcas de tus dedos como si nunca hubieras rozado mi piel, ni tus besos mi boca. Y, sin embargo, aquí estuviste dejando tus huellas. Eres real; indeleble. Lo  sabe el eco de mis palabras al nombrarte y la herida profunda de tu ausencia.
Se paran los relojes que secuestran el destino, y jugamos a esquivar las certezas. Es más sabio el deseo cuando sabe de placeres y libera ataduras.  Yo sigo el rumbo que anduviste en tu pasado, y tú aprendes a desandar mis miedos. Así nos encontramos: atrapando los sueños que nos son prohibidos.
Llueve en tu mundo cuando se hace invierno en mis labios; las estaciones se alargan, eternas, en la gris espera. Exilio el desaliento de mi noche, porque mis promesas aguardan que amanezca. Puede que hoy no alcances mi estela, pero anhelo paciente tu regreso. Volverán los segundos a rondar mi almohada. Tal vez algún día. Quizás... mañana. 


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