Del poderoso hechizo de la mandrágora me habla esta
mágica planta que se dibuja en su piel. Lamo las hojas que se yerguen frescas
sobre sus pechos y se despierta mi voracidad en el palpitar narcótico de sus
gemidos. Es hambre de su carne la que empapa mi boca con la savia que prometen
sus labios, y el veneno de su cuerpo se inyecta en la yema de los dedos
haciendo arder mis manos en el descenso.
Oscilan las raíces indelebles en la curva de sus
caderas y se adentran serpenteantes entre sus muslos. Muerdo febril, una y otra
vez, la manzana del amor, condenando al exilio la razón en pos del placer más
sublime. Ella jadea apremiando la deconstrucción del mortal fruto, en perfecta
armonía con mis movimientos. El éxtasis lleva a término la poción.
Mas ni ella resultó ser tal bruja, ni yo tan
inocente víctima.
Seleccionado y publicado en la II Antología de
Relatos Eróticos de la Editorial Talento
Comunicación.
Una absoluta simbiosis entre cuerpo y fruto.
ResponderEliminarBesossss!!!