Se desliza el alma en la húmeda espesura, en el juego del tiempo muerto y la mente esquiva. Entra en este jardín secreto, de caminos y veredas dormidas. Este es el lugar donde trepan los sueños y se enredan los silencios de madreselvas y orquídeas. Ven al jardín de las mil palabras y la lengua muda; en su fresca penumbra te espero, sueño y vivo.
La
muñeca de trapo aprendió a remendar sus propias heridas; pero se abrían cada
vez que pasaba de unas manos a otras. Harta de darle puntadas a su maltrecho
corazón, encontró una forma de protegerlo: velcro.
Recuerdo el alivio que me produjo que fueses tú quien respondiese al reto de esta palabra.
ResponderEliminarY así terminado, mucho mejor.