El
pequeño Miguel escudriñó la mirada vacía de su padre y su gesto indiferente.
Intentó recordar la última palabra amable que escuchó de sus labios. Se
preguntaba si alguna vez su corazón se ablandaría.
Cogió
una piedra del jardín, la puso en remojo, y se sentó a esperar.
Al menos le dio por la química y no por la mecánica...
ResponderEliminar