Se desliza el alma en la húmeda espesura, en el juego del tiempo muerto y la mente esquiva. Entra en este jardín secreto, de caminos y veredas dormidas. Este es el lugar donde trepan los sueños y se enredan los silencios de madreselvas y orquídeas. Ven al jardín de las mil palabras y la lengua muda; en su fresca penumbra te espero, sueño y vivo.
El
vínculo que las une es muy profundo. Cada tarde, las escucho jugar y reír en su
dormitorio. De madrugada, el cuerpo cálido de mi hija Elisa se abraza a mi
regazo, mientras María nos contempla inmóvil a los pies de la cama. La echamos
de menos.
¡Ufff! Desgarrador e inquietante. Muy bueno. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarGenial.
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