Cada
noche te deslizas bajo las sábanas y me haces tuya. Cuando mi nuevo esposo
llega, ya me encuentra saciada.
Busca,
desconfiado, en el armario; su antiguo escondite. No te encuentra, y sospecha
tu marcha. No sabe que nunca te ocultas.
Lo
observas, victorioso, desde un rincón del dormitorio.
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