Alguien ha empezado a tirar del hilo y ha deshecho una esquina del pañuelo de papá, manchado de carmín. Mamá ha seguido estirando de la hebra para borrar las lágrimas que vertió sobre él cuando lo encontró.
Ahora
es una pequeña madeja en mis manos, que desearía hacer desaparecer. Solo
Ulises, nuestro gato, parece desconocer el embrollo que guarda su nuevo
ovillo.
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