Por
segunda vez en lo que va de noche, llora. Es un gemido mortal que quiebra su
superficie y se hace llanto al rozar el aire. Al fin, allá abajo, su llamada se
torna visible. Un chiquillo alza su dedo señalándola. La Luna parpadea ante la
atónita mirada de los niños que juegan en el oasis. Unos dicen que el siroco
levantó la arena y llegó hasta su enorme ojo; otros, que la sombra de la Tierra
nubló su vista con un liviano velo azul. Ellos no entienden de señales, pero se
emocionan cada vez que el cielo les regala alguna distracción. Cuando de nuevo
aparece redonda y brillante, la normalidad regresa a la cúpula estrellada, y un
viento frío invita a la chiquillería a entrar en las tiendas.
Desde
hace unos días el aire ya no huele a dátiles maduros, y arrastra remolinos
densos de tierra oscura que nadie acierta a interpretar. El más anciano del
poblado contempla cada noche el diálogo susurrante entre el desierto y su faro
celeste, y observa con inquietud cómo va menguando su luz. Una lágrima púrpura
ha descendido veloz como una estrella fugaz, dibujando una trayectoria extraña
en el firmamento. Ha abierto una profunda y negra grieta, por la que se
precipitan infinitos granos dorados. El acuoso meteorito ha penetrado raudo
hacia el núcleo incandescente, invisible a ojos ajenos, y se ha evaporado en su
interior.
El
viejo beduino de piel curtida y pies gastados por mil viajes tiembla en un
escalofrío y siente que el mundo empieza a ser menos cálido. Mira arriba con
preocupación, y una súplica se alza por encima del tiempo y del espacio en una
lengua ya olvidada. No hay respuesta. Ni siquiera el alba enfrenta las sombras
que avanzan silenciosas bajo la vigía nocturna. La Luna se rinde. Obediente a
su ciclo, va dejando caer su inmenso párpado como un telón entre las dunas y,
cuando la oscuridad se convierte en certeza sobre el Sáhara, una segunda
lágrima de sal se precipita desde el cielo, contaminando el único manantial que
les garantiza la vida. El hombre de piel de pergamino mira al horizonte, y
comprende que algo está sucediendo al otro lado de las montañas. La noche más
oscura está por llegar.
Finalista en el II
Premio Literario de Cuento Corto “Madrid Sky”
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