domingo, 16 de febrero de 2014

Bagdad


Con aceites perfumados bañaban su cuerpo,  y adornaban  su pelo de púrpura y zafiros. Una diosa, vestida de seda, escondía su tímida mirada al mundo.
Pero la joven doncella no se reconocía frente al espejo. Solo veía una asustada paloma a punto de entrar en su jaula.

1 comentario:

  1. María, que bien narrado, mostrado e insinuado ese preámbulo al acantilado, que luego quizás no será tal. Ahí radica la fuerza de este microrrelato, en mi opinión claro.

    Me gustó este Bagdad mágico y no el que nos muestran últimamente los noticieros.

    Saludos.

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