Con aceites perfumados bañaban su cuerpo, y adornaban
su pelo de púrpura y zafiros. Una diosa, vestida de seda, escondía su
tímida mirada al mundo.
Pero la joven doncella no se reconocía frente al espejo. Solo veía
una asustada paloma a punto de entrar en su jaula.
María, que bien narrado, mostrado e insinuado ese preámbulo al acantilado, que luego quizás no será tal. Ahí radica la fuerza de este microrrelato, en mi opinión claro.
ResponderEliminarMe gustó este Bagdad mágico y no el que nos muestran últimamente los noticieros.
Saludos.