La reina blanca pasó muchos años intentando alejar al monarca de una insinuante torre que acosaba sin cesar a su objetivo. Cansada de realizar siempre el trabajo duro, decidió que ya estaba harta.
Le bastó un simple guiño del reino vecino para comerse al rey
negro.
María, la seducción bien utilizada, incluso en un juego tan metódico como el ajedrez, es capaz de tumbar imperios.
ResponderEliminarMuy literaria esta partida.
Saludos.