Hace
exactamente un año, mi chica me dijo que había llegado el momento de dar un
paso más en nuestra convivencia. Recuerdo que me lo soltó mientras cenábamos mi
comida favorita: lasaña casera. Debí haber imaginado que algo tramaba; solo
cocinaba "mi plato" el día de mi cumpleaños, en vísperas de algún
viaje, o cuando se sentía culpable por haber gastado demasiado dinero en
renovar su vestuario, tal vez intentando sustituir una "pasta" por
otra.
Teniendo
en cuenta que había cumplido años en mayo y que no pensábamos ir a ningún lado,
inmediatamente pensé en la ropa. Tardé unas milésimas de segundo en atar cabos:
avanzar en lo nuestro, ropa nueva… ¡Dios! ¡Se había comprado un vestido de
novia y quería que nos casáramos! Pero no; no quería hacer eso.
Esta
vez el motivo era distinto. Quería un perro. Pensaba que una mascota nos haría
estar más comprometidos en un objetivo común. Tener que cuidar de un animal
peludo para demostrar mi confianza en nuestra relación me pareció del todo
absurdo, cosa que me abstuve de confesarle. Me imaginé a mí mismo esclavizado
de paseos matutinos y vespertinos, sin poder viajar a ningún lado y recogiendo
excrementos en minúsculas bolsitas. Casi preferí que me hubiera propuesto
matrimonio.
Me
costó horrores convencerla de la idoneidad de empezar por algo más sencillo y
menos engorroso. Aceptó a regañadientes, y decidimos que lo más adecuado era un
acuario. Pero no creáis que sería una simple pecera con una vulgar carpa
dorada; nada de eso. Nuestro hábitat marino tenía unas dimensiones adecuadas al
mueble del salón donde lo ubicamos. Doscientos litros de agua, seis parejas de
peces tropicales, termostato de temperatura, filtro de agua, test de PH,
anticloro, plantas limpiacristales, y paciencia. Mucha paciencia.
Alguien
debió decirme en la tienda de animales que para manejar todo aquello debía sacarme
un máster en acuicultura. ¡Y yo que pensaba que mi novia era delicada! Uno se
queda fuera de juego cuando descubre que una simple diferencia de un grado de
temperatura mata a una mierda de pez de dos centímetros. ¡Joder! ¡El segundo
día ya se me habían muerto cuatro!
Mi
chica empezaba a mirarme raro, y aquello se estaba convirtiendo en una
cuestión de honor. Miraba el termómetro catorce veces al día, les daba de
comer, comprobaba que las burbujitas oxigenaban de manera adecuada el agua,
limpiaba filtros, y me aseguraba de que los indicadores de acidez no cambiaban
de color. Ni siquiera me importó la noche de insomnio que pasé buscando un
generador el día del apagón. Mis ocho peces de colores parecían felices.
Tres eternos meses más tarde, lo tenía todo bajo control.
Aquel
triunfo bien merecía la pena celebrarlo, y lo hice cenando en un japonés y
tomándome unas copas con los amigos. Demasiadas, tal vez, a juzgar por las
consecuencias. No me preguntéis cómo, pero en alguna transición onírica,
estando ya en mi cama, volví al restaurante a cocinar sushi.
Las
lagunas mentales, a la mañana siguiente, se despejaron en cuanto mi novia gritó
y la verdad me estalló en la cara: me había convertido en un asesino en serie.
Sobre la encimera, ocho víctimas apenas reconocibles empezaban a
presentar un aspecto algo reseco. Junto a ellas, el arma del crimen, la maza de
machacar nueces.
Juro
que no recuerdo nada de lo que pasó. Fue tanta mi consternación y sufrimiento,
que mi novia no tuvo más remedio que perdonar aquel episodio. "No te
preocupes", me decía mientras me llevaba a la cama; "demasiada
presión para ti", continuaba mientras se desnudaba; "era mucha
responsabilidad". En este punto, mientras echábamos el polvo del siglo, yo
estaba ya casi consolado. "Ha sido un accidente", dije con tristeza. Curioso.
Justo lo mismo que me dijo ella a mí, cuando al mes siguiente me comunicó que
estaba embarazada.
Nuestro
accidente se llama Jesús; yo lo llamo Nemo cuando no me oye nadie. De
momento no vamos a tener perro.
María, un relato que engancha desde el principio y que juega con el sentido del humor para mostrar cómo o pueden ser las relaciones de pareja. Y es que hay gente muy irresponsable por ahí, veremos qué tal con el "accidente".
ResponderEliminarSaludos.