martes, 6 de diciembre de 2022

Repelús

 


Cuentan que los cuerpos heridos de muerte, por la vejez o la enfermedad, abren puertas interiores por donde entran y salen los espíritus familiares. La abuela María solía decir que sus males se habían llevado sus fuerzas para pasear, pero le habían traído la compañía de sus seres queridos ya fallecidos, quienes la mantenían al día de presagios y augurios.

Cuando supo que su momento se acercaba, comenzó a tejer unos guantes y una bufanda de lana gruesa, pues, de friolera que era, confesaba que lo único que le desagradaba era el instante del gélido abrazo de la Parca, y quería estar preparada.

Por eso nos hemos quedado todos de piedra cuando, sin mediar palabra y con un tierno beso en la frente, le ha regalado ambas prendas al tío Jesús, al despertarse hoy de su consabida siesta de verano.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Valquiria

 



He sobrevolado mil batallas como deidad guerrera. Mi lanza señala a los heroicos hombres que han de caer en la lucha y levantarse como soldados en el nuevo ejército de Odín. Somos el placer tras la muerte, cuando nos despojamos de las armas, y de las ligaduras en nuestros cabellos de oro, y transformamos el agua en hidromiel, antes de hacerles cruzar la puerta de su nuevo destino.

Y, sin embargo, hoy no pude obedecer a un dios y cambié la victoria ya escrita en favor de un rey, al que deseé para mí en su cuerpo terrenal. Presta estoy a sufrir el castigo de la traición y perder mi inmortalidad por amor, que no mi esencia.

Pues las valquirias no somos diosas por nuestra eternidad, sino por la fiereza de nuestro carácter, aunque hayamos de cambiar de montura. Hay muchas formas de volar.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.

jueves, 28 de julio de 2022

El latido de Jarapalos

 


El fuego es un monstruo que se antoja invencible. Tan sobrecogedor y violento que apenas puedes apartar la vista de él por miedo a ser devorado si bajas la guardia. Esperamos pacientemente a que la férrea voluntad humana consiga someterlo, sin apenas darnos cuenta de que la naturaleza, silenciosa y doliente, también boga a nuestro favor. Y, cuando al fin amanece, encuentras una herida abierta y descarnada que sabes que tardará en cicatrizar.

La impotencia escuece porque no éramos nosotros el único objetivo a salvar, también lo era nuestra sierra, con toda la riqueza y la vida que guardaba en su interior.

No nací en Alhaurín, pero pertenezco a esta tierra desde que mi historia se conectó a sus gentes y nuestra casa se hizo hogar. Es así como el corazón se acomoda y hace suyos los paisajes, y la luz y los sonidos cotidianos. Y así es como empecé a amar a un pueblo que duerme a la falda de un mar de pinos y encinas, y despierta cada día mirando al Mediterráneo desde su pico más alto.

Cuentan los más ancianos que estos días escucharon gemir al Jabalcuza mientras su hermano pequeño ardía, que se quebraba su interior de rabia y dolor al tiempo que lo hacían las entrañas de los alhaurinos de sangre y adopción. Porque todos nosotros anclamos mil veces nuestros pies a sus caminos y veredas, y llenamos nuestros pulmones de su aire fresco. Los niños aprendieron a contemplar desde la altura, y detuvimos allí el tiempo y las prisas. Y conocimos a los vecinos, en saludos matutinos de subidas y bajadas, mientras un puñado de cabras montesas, acostumbradas a nuestro trasiego, nos observaban risco arriba como guardianas impasibles.

Jarapalos se ha quemado, y nadie estaba preparado para este silencio gris, espeso y árido. El campo huele a piel tiznada de ceniza, a sudor tras la batalla, a lágrimas. Dicen quienes se han acercado a su linde que el suelo cruje inhóspito aunque vayas de puntillas, y que el viento sopla largos lamentos monte abajo reclamando auxilio.

Aún no sabe que desde aquí no hemos dejado de escuchar su latido, que acompañaremos con paciencia su renacer sin rozar su superficie herida, y que, cuando esté preparado para recibirnos, acudiremos para ayudarlo a resurgir y devolverle sus colores.

La historia de Jarapalos sobrevivirá a las estaciones, como siempre hizo, porque las mayores proezas de este planeta las escribimos entre todos.


miércoles, 29 de junio de 2022

Bichos, bichas y «bitches»

 



Que mi madre y tía Carmela se odiaban desde hacía años era algo por todos sabido. Pero, a pesar de su antinatural aversión de hermanas, consintieron en vivir juntas desde que papá falleció, como si la rabia de la mutua compañía alejara a una de los pensamientos grises de la soledad, y a la otra del soberano aburrimiento de la vejez.

Nunca supimos del origen de su inquina hasta que una tarde de primavera, tras una larga siesta en el jardín, descubrimos un extraño zumbido proveniente del impertérrito moño de la tía, donde un enjambre de abejas había decidido montar su panal, atraído por el agua con azúcar de su arcaico fijador. Los golpes en su cabeza solo contribuyeron a soliviantar a los insectos, de modo que únicamente el rápido movimiento de tijeras de mamá consiguió decapitar el peligro de raíz.

Del canoso ovillo de pelo escaparon un puñado de bichos, el camafeo perdido con la foto de mi padre, y un secreto a voces que cobró fuerza en la lengua viperina de una viuda despechada.

―¡Lo sabía, maldita perra!


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.

sábado, 4 de junio de 2022

Si algún día

 


«Te quiero», se leía en el trozo de papel guardado en el bote de galletas. Y lo mismo ponía en el doblado bajo la ropa, y en la librería, entre los cuadernos de viajes. Desde que lo diagnosticaron, solía esconderlos para que su esposa los descubriera en cualquier rincón, por si un día no recordaba decírselo al despertar.

Pero el olvido solo se llevó la mitad, y cuando, meses después, ella lo encontraba desorientado e inquieto con las manos llenas de papelitos, bastaba con abrazarlo y susurrarle al oído: «Y yo a ti».

Y su mirada perdida recuperaba ese brillo tan especial.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.


sábado, 28 de mayo de 2022

El anzuelo

 


La bruma vomita desde las profundidades al «Holandés», que emerge ondeando velas oscuras como la muerte y un cascarón tan quebrado que deja pasar las mareas. Cuentan que un pacto con el diablo condenó a su tripulación a navegar eternamente, y que arrastra en su maldición a los navíos que lo avistan.

Solo el océano sabe que sus hombres perecieron la misma noche que nació su leyenda. Fueron devorados por un ejército de sirenas que en cada tempestad mantienen a flote sus entrañas de astillas. Y, tras atraer a embarcaciones temerarias con su reclamo, siguen alimentándose de carne humana ansiando su mortalidad.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.

martes, 24 de mayo de 2022

El dolor infinito

 


La Parca planeó al alba sobre nuestro hogar y se llevó a mi niña junto con la fiebre y el llanto. Su negra sombra también debió de alcanzar al viejo cuco que dormitaba silencioso en el reloj, porque ya nunca más se sucedieron las horas.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.


lunes, 23 de mayo de 2022

Impronta

 


Mi madre devora cualquier libro que cae en sus manos. La observo masticar despacito, y al tragar pone la misma cara que yo al comer helado.

Unas veces, las frases se quedan atrapadas entre sus dientes y se desprenden de forma inesperada en medio de alguna conversación. Otras, las letras caen como migajas sobre su falda, y las recojo para guardarlas en mis bolsillos. A escondidas las reúno sobre mi escritorio, y hago una macedonia de palabras nuevas que me deja un delicioso sabor de boca.

 De mayor quiero alimentar así mis pensamientos. Nunca he conocido a una persona más fuerte que ella.


lunes, 16 de mayo de 2022

Ogresa


Creyeron que solo existía en los libros, que su silueta era alargada como el filo de un sable y que se alimentaba de las cosechas que arrasaba a su paso. Pero la noche que entró aplastando los cercados del pueblo, descubrieron su insaciable apetito y su especial predilección por los niños. Los arrancaba de casa, y aguardaba a que el olvido consumiera sus cortas historias infantiles. El día que Olek consiguió escapar de sus garras, después de contemplar de cerca su feo rostro, gritó con todas sus fuerzas: «¡Te odio, Guerra!».

Aunque, para entonces, el monstruo ya había devorado amigos y juguetes.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.

 

sábado, 7 de mayo de 2022

Las mareas de Galileo



El influjo de la luna transforma los océanos y obsesiona a Miguel, que no cesa de descubrir constelaciones en la espalda de Sofía. Ahora miden el tiempo en pulsos. Alguien antes que él encontró el reloj perfecto en el latido del corazón.

Y, mientras en las noches de solsticio sigue creyendo que todo cuanto hace girar el universo es fruto del amor, las leyes de la física se abren paso en su cuerpo en un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado.


Microrrelato para Esta Noche Te Cuento.


 

miércoles, 30 de marzo de 2022

Polaridad


Cada milenio, con el crujido seco de una nuez, se abren las puertas del inframundo para poner sobre la faz de la tierra a uno de sus ángeles caídos. El objeto de tan inexorable ritual es volver a recuperar las perversas artes de las tinieblas, habilidad que han descuidado por pasar demasiado tiempo acomodados entre almas condenadas.

El forastero de alas negras hace rato que deambula, dispuesto a soplar el susurro invisible de la violencia sobre humanos vulnerables; sin embargo, antes siquiera de alcanzarlos, percibe que la ira ya inundaba el suelo bajo sus pies. Lejos de desalentarse, busca resquicios de maldad sin colonizar, y amanece sobre un moderno rascacielos de oficinas deseando nutrir de tentaciones la enorme incubadora de pecado.

En un batir de alas infernal, agita envidias y ambiciones sobre sus cabezas, pero en aquella atmósfera saturada no queda espacio para una sola vileza más.

Desconcertado recorre el camino de vuelta para dar la voz de alarma, sin percatarse de que su temor ha hecho crecer una descarada pluma blanca sobre su espalda, fastidiando su regreso. Atrapado y sin trabajo, empieza a plantearse que, dadas las circunstancias, como ángel de la guarda tal vez tenga mejor futuro.

Microrrelato  para Esta Noche Te Cuento.

 

lunes, 14 de febrero de 2022

Deshielo


Con los primeros silencios llegó un frío inusual que empañó todos los espejos de la casa. Y, aunque ya no consigue ver su propio rostro reflejado en ellos, aún puede seguir la estela de vaho que dejan las palabras de él por el salón. La indiferencia hace crecer cada mañana una gruesa capa de nieve sobre la que es difícil caminar al despertar. Pero ella, que mantiene encendido su fuego interior, va abriendo caminos que le permiten alcanzarle al llegar la noche.

Hoy las caricias se han helado sobre sus cuerpos, abriendo grietas en la piel y anunciando nuevas tormentas. Y, mientras él asegura que puede vivir en ese iglú que han fabricado, ella derrite con rabia las últimas lágrimas escarchadas.


Microrrelato invernal para Esta Noche Te Cuento.

martes, 25 de enero de 2022

Cinco sentidos


 

La mirada oscila de nuevo

borracha en el deseo,

y queda flotando,

casi a la deriva,

hasta que la vuelves a sostener,

cálida y tendenciosa,

cada vez más nuestra,

menos esquiva.

 

Alcanzamos a desnudar

los parpadeos con disimulo,

entre el tornasol avellana

de tu intención

y el oleaje verde

de mis mareas.

 

Así me observas cuando

rindo mis ojos a tu pensamiento,

y anclo mis pupilas a la perversa

llamada de este hechizo.

Te veo,  fugaz e incierto.

Me ves, intuyendo tu naufragio.

 

La piel habla,

en frases cortas

de manos frías

y palabras aladas.

La espera agónica

de la métrica en descenso,

y la distancia rota.

 

El hambre en los gestos,

vivos y punzantes,

para intentar

prender el fuego

y el cuerpo a cuerpo.

 

Tocada y hundida

la lucha en los dedos,

que se sabe inútil

y rinde sumisa

la línea del cuello,

y el tacto de tu sonrisa

en mis yemas.

 

Y el anhelo de tocar el cielo

en la curva de tu boca.

Me sientes en ondas concéntricas 

vibrar en tus sueños,

sediento, amarrado a mi pelo.

Eso quiero.

 

El instinto desprende

el tramposo perfume

de un juego.

Un olor tibio y dulzón

que aturde la conciencia

y gana la partida.

 

El aroma de la tentación

dormitando en tu cabello,

donde dejo un suspiro paciente

y callo un susurro varado,

confiando en que vengas

a despertarlo.

 

Ya huele a ti mi memoria,

y el estímulo febril

que despierta tanta voracidad.

Eres tú quien tatúa

sin esfuerzo mi voluntad,

el lugar prohibido

que estimula mi nariz

y anuncia tormentas afrutadas.


Gime invisible una súplica

en tu oído para quebrar

la postura de este lado,

en el embrujo de tu voz

pronunciando mi nombre.

Muere al instante el miedo

y nace un placer secreto.

 

Te escucho anudar

el día a la noche,

donde recita el diablo

sus lecciones,

e invento tramposa

cómo tornarme en promesa.

La que deseas oír.

 

Un canto de sirenas

que anestesie tus células

y te agite con mis palabras.

En esa cadencia sutil

que te invita a perderte

en mí, en mi caos.


La respiración contenida

al borde de un abismo,

y mi mente enredada en tu lengua,

antes incluso que la certeza.

 

Tienta el sabor

de un mordisco en deshielo,

y fundirnos en negro.

Ya me tienes.

Arde en los labios

un beso en espera.

jueves, 6 de enero de 2022

Siempre juntos




Cada año mi familia escoge un lugar distinto de la casa para la cena de Nochebuena. Papá dice que así las nostalgias no pueden encontrarnos cuando deciden regresar. Esta vez nos reunimos en el invernadero; la decoración natural ha creado una atmósfera muy festiva y hemos abierto el tragaluz para tener bien ventilado el improvisado comedor.

El champán hace hipar al tío Miguel, y de repente deja escapar de su boca una pompa dorada y luminosa que al estallar nos trae el recuerdo de la risa de su esposa. La abuela le da una palmadita de consuelo en el hombro, justo cuando una inquieta luciérnaga se posa en su nariz y la hace estornudar. Su brillo es tan suave y cálido que enseguida reconocemos al abuelo.

Ya estamos casi listos para bendecir la mesa; solo aguardamos la señal de mamá. Ella observa el cielo que se abre sobre nuestras cabezas y, al fin, una estrella fulgurante y blanca aparece en el firmamento iluminando nuestros rostros. Yo saludo a Martina con la mano, como cada noche, y mamá sonríe y murmura: «Ya estamos todos».

Entonces agarro su mano y la de papá con fuerza y nos preparamos para celebrar la Navidad.