viernes, 5 de enero de 2018

«TEAmo»


Hoy tampoco le acompaño hasta el andén. Aunque está nervioso, no parece asustado con el parpadeo de las luces, ni con las conversaciones a su alrededor; hemos practicado mucho. No quiere volver a pedirme que le lleve al instituto en coche.
La llegada del metro le produce vértigo y se tapa los oídos. Ahora es cuando deja de ser invisible. La gente le observa extrañada. Él retrocede.
―¡Hola, Nacho!
Es Ana, la compañera de la que siempre habla. Le tiende la mano y le mira a los ojos. 
―Ven conmigo ―le anima.
Solo necesitaba que alguien pudiera verle. 
Reto conseguido. 

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