lunes, 10 de septiembre de 2018

Otro camino

       

       
Cuando pierdes a un hijo, el dolor te agota el alma hasta robarte la consciencia. Solo los sueños te devuelven intactos los recuerdos de toda una vida.
Regreso a aquella despedida en la que voló de nuestro lado, a los viajes en familia años atrás, a las risas infantiles, a ti y a mí proyectando un futuro. Y un deseo fugaz despierta el anhelo de escapar de esta angustia.
Al abrir los ojos, me aparto contrariada del abrazo de un desconocido sobre el que me quedé dormida. Él sonríe, preguntando mi nombre, y una punzada en el corazón me disuade de contestar. Mi joven reflejo en el cristal es lo último que contemplo antes de abandonar el vagón.

2 comentarios:

  1. Buenísimo. Curiosamente es la misma imagen que hay en Esta noche te cuento para su convocatoria de "Blanco y negro".
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Rebeca, por haberte acercado a comentar. No es casualidad lo de la foto. Participo en la convocatoria de ENTC con este relato.

    ResponderEliminar